Las ganas locas de aprender, la fuerza para salir adelante, el disfrutar de las cosas simples y disfrutar a la familia.
martes, noviembre 20, 2012
Biscotti
La palabra biscotti, tiene su origen en el latín biscoctus, deriva de ‘bis’, que en latín significa dos veces y de ‘coctum’ u horneado, “cocinado dos veces”, describiendo alimentos que se horneaban doblemente, así, se conseguía que quedarán muy secos y se pudieran almacenar durante largos periodos de tiempo.
Su historia empieza con el Imperio Romano hace miles de años. Era uno de los alimentos elaborados para las legiones, pues su proceso de cocción permitía que fuera una comida no perecedera y sirviera de alimento a los viajeros por largo rato.
Después de la caída del Imperio Romano en el año 455 d.C., el territorio fue saqueado una y otra vez por los Visigodos, los Vándalos y otros pueblos. Las víctimas de los saqueos hicieron lo mejor que pudieron para sobrevivir, a pesar de no tener desarrollo culinario y, tiempo después con el Renacimiento, la cocina también floreció. El biscotti resucitó en Toscana, Italia, gracias a un panadero que lo sirvió con un vino dulce local.
La primera receta documentada proviene de un manuscrito de Amadio Baldanzi, un erudito pratense del siglo XVIII, conservado en el archivo de Prato. En este documento, al biscote se le llamaba «a la genovesa».
La receta fue después recuperada por el pastelero Antonio Mattei en el siglo XIX, y ha llegado a nuestros días con variantes más o menos modernas. El mismo pastelero lo presentó a la Exposición Universal de París de 1867, recibiendo una mención especial.
El Biscotti, también llamado cantuccini, cantucci o biscotti di Prato, es uno de los dulces más apreciados de la gastronomía toscana, típicos de Prato, de ahí su otra denominación.
Tradicionalmente, el cantuccini suele venderse con otra especialidad dulce de Prato, el bruttiboni. Como postre, se suele servir con el vin santo toscano, que una vez servido en vasos pequeños de cristal, se moja en el mismo antes de llevarlo a la boca.
Se asemejan mucho los carquiñoles de Cataluña y menos los rosegones de Valencia.
Su textura seca y crujiente lo convirtieron en un acompañante perfecto para el vino y, para los que no beben alcohol, la pareja perfecta para el té y el café. Saborizado con almendras en sus inicios, ahora existe con docenas de sabores. Y ahora, ¿te provoca un biscotti?
Ingredientes
375 gr. de Harina integral
1 Cucharita de polvos de hornear
250 gr. azúcar
1 Pizca de sal
1 Cucharadita de esencia de vainilla
2 huevos
2 yemas
125 gr. Almendras enteras pelas
60 gr. Almendras molidas
Leche para pincelas
Preparación
Amasar los ingredientes en la batidora y formar los bollos, si esta muy seca la mezcla ponga un poquito de leche, ocupe una poco de harina para dar consistencia a los bollos de no mas de 2 cm de alto.
Pincele los bollos con leche.
Colocar los rollos en una bandeja de horno en mantequillada o con cubierta de silicona.
Hornear por 25 minutos a 180º grados.
Sáquelos y aun caliente córtelos en tiras de 1 cm. de ancho.
Poner de nuevo en horno a 65º por 45 minutos para secarlos definitivamente.
Paso a Paso
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